El transistor fue inventado en 1949 con la intención de aumentar la fiabilidad y la calidad de voz en las llamadas a larga distancia. Hoy en día sigue siendo uno de los componentes más usados en el mundo de la electrónica, sobre todo como regulador o controlador de la corriente eléctrica en un circuito.
Está formado por tres capas de material semiconductor en las que colocamos tres terminales (denominados Colector, Base y Emisor). Finalmente se encapsula para poder ser montado en un circuito.
Aunque hay muchos tipos de transistores, vamos a centrarnos en los bipolares. Dentro de este grupo, los transistores pueden ser PNP o NPN, siendo las siglas indicadoras de la polaridad de las capas del componente. En última instancia, la funcionalidad de unos y otros es semejante, aunque debido a que internamente están construidos de forma diferente, habrá que vigilar como los conectamos a la fuente de alimentación.
La corriente va del colector al emisor
La corriente va del emisor al colector
El transistor puede funcionar de tres formas diferentes en función de la cantidad de corriente que pase por la base. Para entenderlo vamos a ver un símil hidráulico, imaginémonos que el transistor es una llave o válvula y que los electrones son el agua que circula por los conductos.
En el primer caso, no circula agua por la tubería B (base) por lo que la válvula, al no ser empujada, permanece cerrada, impidiendo el paso desde C (colector) hasta E (emisor). Se dice que el sistema está funcionando en corte.
En el segundo caso, metemos algo de presión a la válvula mediante un pequeño flujo de agua que entra por B, consiguiendo que la válvula se accione y permita que fluya el agua de C a E. Este flujo dependerá de la presión que introduzcamos por B. Se dice que el sistema funciona en activa.
Por último, si llega suficiente presión a la válvula desde B, esta se abrirá completamente, permitiendo que pase todo el flujo de agua posible desde C hacia E. Se le denomina funcionamiento en saturación.